miércoles, noviembre 08, 2006

La Historia de la locura

En el capitulo primero de La Historia de la locura en la época clásica, Foucault comienza haciendo una reseña histórica del flagelo de la lepra en la antigüedad y la edad media. Describiendo como se comportaba la sociedad con estos habitantes infectados con ese mal. Lejos de tratamientos médicos para esta dolencia, se recluía a los infectados en los leprosarios, que cumplían la función de mantener alejados a estos hombres enfermos y deformes de todo contacto con la población.
A medida que fue transcurriendo el tiempo, los leprosos fueron mermando, producto de esta misma exiliacion, dejando los leprosarios casi vacíos, y dando paso, en su lugar a los que padecían enfermedades venéreas, los que fueron confinados en estos mismos hospitales que albergaban a los leprosos, tanto como en casas alejadas de las ciudades o en centros erigidos en los limites de estas, para evitar cualquier tipo de contacto que pusiera en riesgo de contagio a la población, como también como castigo moral por determinados comportamientos que se asociaba a esta enfermedad..
Pero los enfermos venéreos de a poco fueron considerándose, ya no como los leprosos incurables condenados a una muerte miserable, sino como enfermos tratables, recibiéndolos no solo en los hospitales plantados para tal fin, sino como cualquier otro recinto de salud, emigrando de los edificios alejados, para ser tratados e internados en las mismas ciudades.
Esto muestra un avance en la mentalidad medica de la época, donde se deja de estigmatizar a estos enfermos como criaturas degeneradas que deben ser separadas del resto y puestas en cautiverio para que mueran solas en su miseria, sino como pacientes.
En cuanto a los locos, por el contrario, quedaron recluidos, ganaron un puesto importante en esta lista de confinamientos, ya que eran apiñados en las afueras de las ciudades para evitar a la población el contacto con ellos, criaturas de comportamiento extraño.
Pero a aquellos que se ganaban el titulo de extraños en demasía, ya no eran encerrados, sino que eran enviado a lugares remotos; como medida de sus gobernantes para proteger a la población, eran puestos en barcos zarpantes para deshacerse se ellos, y evitar a los ciudadanos soportar a estos hombres de comportamiento demasiado extraño.
Foucault hace mención de las obras literarias renacentistas que referenciaban estas embarcaciones cargadas de locos; estas míticas embarcaciones encerraban un aire fantástico y desconocido, y es en estas obras donde se enfatiza y destaca la intima relación que existe entre el loco y el mar.
En este embarcar a los locos, dejándolos librados a su suerte en ese periplo de los viajes navales, es en donde Foucault pone en evidencia la relación de este proceder con el de poner al loco en el camino de su purificación y de su limpieza espiritual.
Embarcaban al loco en camino a su curación a través del agua; como el agua del bautismo, que lava los pecados del alma, como el bote que deben tomar las almas de los egipcios para llegar al paraíso, a su otra vida, el mar Leteo que simboliza el olvido en los griegos.
Esta época convierte al loco es el habitante del mar por antonomasia, el loco no puede pertenecer a ninguna tierra, por lo tanto tampoco puede identificarse con los demás hombre, con los cuales no tiene absolutamente ninguna relación, el hombre terrestre no tiene nada en común con este ser extraño.
Es diferente y es esta diferencia la que lo convierte en ajeno, incluso hasta con sus propios conciudadanos.
En la edad media el mar se percibe como lo desconocido, tanto como los locos.
El mar es el lugar en el que habitan extrañas criaturas, esta envuelto en un velo de misterio, así como la mente del loco.
Llegándose a creer que esta locura de la que estos hombres eran presa, no era otra cosa que el producto de su propia necedad y su alejamiento de los caminos de dios y de su palabra, ya que solo a través de la fe y de dios podrían encontrar un puerto donde anclar, y bajar a la tierra.
Entonces el loco es presa de los deseos mas perturbadores, que lo arrastran de un lado a otro y que lo alejan del correcto camino que dios manda recorrer.
Es el prisionero de la carne y de las pasiones, que lo dominan por completo.
Por esta razón, no tenían permitido el acceso a las iglesias, se les negaba la posibilidad de comulgar como cualquier otro, tenían terminantemente prohibido su ingreso a los lugares santos, ya que se los tomaba como la personificación de los pecados del hombre, y como tal, en el representante de todo lo malo.
En este capitulo Foucault también pone el énfasis en la mención del trato separatista que se tenia en cuanto a los locos, por parte de las poblaciones y por parte de la sociedad cristiana, que veía en el loco el resultado del castigo divino.
Encontraban en ellos la apropiación de la mente por parte del demonio, la rendición del hombre a lo mas vil; pero en esta tribulación que padecía el loco, veían también la salvación de este.
Como si la locura se tratase de una especie de descargo de la ira divina en una sola persona, que debía padecer sola esta ira, como sacrificio necesario para la continuación de la vida de los otros, ritualizaban la expulsión de estos hombres.
Salvando las grandes diferencias y a riesgo de caer en herejía, convertían al loco en una especie de cristo padeciente, que soporta estas tribulaciones por amor al hombre y por la salvación de sus almas, dejando en evidencia tanto la cólera como la bondad divina.
Al igual que el leproso, el loco es el elegido por dios para pagar por los pecados del hombre quien debe aceptar humildemente este destino, aceptar el sufrimiento, los azotes y el exilio de su patria por el bien de la humanidad.
O soportar ser recluidos en las afueras de la ciudad, como si el hecho de encerrar a los locos fuese encerrar todos los pecados del hombre, para así mantenerlos alejados del hombre creyente.
El loco recibía y aglomeraba en si todos los pecados del hombre, como si de alguna forma el mal se sintetizara en una sola persona, y manteniéndolos alejados, libraban a los ciudadanos de tan vil acecho, permitiéndoles continuar sus vidas normalmente, con sus conciencias tranquilas de que estaban en agrado a los ojos de dios, por demostrar su desprecio por tales pecados.
Pero al mismo tiempo va surgiendo otra clasificación del loco, convirtiéndose en el personaje central de muchas obras, por ser, el loco, quien muestra al mismo tiempo que la amenaza de la sin razón y de la cual ningún hombre esta libre, la ridícula caracterización de las miserias de este mismo hombre, no ya el loco, en cuanto el hombre común.
Luego este personaje da otro giro, poniéndolo en las obras de teatro como así también en los cuentos del medioevo, como el poseedor de la verdad, aquel que por su estado de sinrazón esta mas allá de estas miserias de las que antes era el representante.
Y en este estado de sinrazón, parece ser mas razonable que quien lo cataloga bajo este titulo.
Y es que el loco, en su locura, logra reponerse a esas miserias que lo llevaron a la locura, por lo que las trasciende y las supera.
En la edad media, por consecuencia de las pestes y de las guerras, el tema principal gira en torno a la muerte, a la finitud del hombre y en esta certeza de que de la muerte de la que nadie puede escapar, la conciencia de muerte en la que el hombre queda reducido a nada. Pero la muerte es ajena al hombre, aterroriza con su lúgubre aliento, pero es incorpórea, inmaterial, es como un fantasma que acecha al cual el hombre nunca le vio la cara, nunca tuvo frente a frente, aunque conciente de ella, vive, hasta que se corta este hilo de la vida: pero la locura es la anticipación de la muerte, es poner en evidencia la muerte y la finitud. La muerte ya no esta despersonificada, sin que se materializa en el loco, la muerte ahora tiene un rostro y es el del loco.
“En la locura se encuentra ya la muerte”
El loco es la representación, la personificación de la misma muerte.
La muerte y el loco están ligados muy estrechamente, hay en la locura una especie de conexión, el insensato conoce a la muerte, desde su sinrazón trasciende a la razón misma y se anticipa.
“En la risa del loco es que se ríe por adelantado de la risa de la muerte”
Hay un conocimiento de la muerte que supera al de cualquier sabio, un conocimiento de la vida y de la muerte.
En este conocimiento que se asocia con el loco es en donde se aprecia mas marcadamente la relación que se dará mas tarde entre la locura y el sabio.
Pero este cambio de la muerte a la locura en la inquietud popular, no es un abandono, sino mas bien un cambio en la concepción, ya que de fondo siempre surge el mismo tema:
la nada de la existencia.
Pero ahora se trata de desenmascarar la locura general, mostrar cuanto de locura hay entre los que se cuentan entre las filas de los cuerdos, y recordar que esa locura es la que nos ha de llevar al final.
Y aquí ya no nos encontramos con el fin de los tiempos como algo destinado a ser, sin que se pueda hacer nada al respecto y donde la locura solo es el impedimento de los hombres de alcanzar el paraíso, donde la locura es la insensatez de no seguir las normas celestiales para que, cuando el fin de los tiempos lleguen, puedan ser salvados; sino que es la locura la causa de este fin, es la locura creciente la que hará que este fin llegue, y este fin no es inevitable, ya no es ineludible, sino que es una consecuencia lógica de la creciente insensatez humana.
La locura simboliza el abandono del hombre a los placeres y los vicios que llevan a la destrucción del mundo, como Sodoma y Gomorra, el mundo ha de ser castigado.
Con esto Foucault muestra que el tema de la locura, sin bien sigue moviéndose en el campo de lo moral, toma dos direcciones diferentes, en la primera el loco en su sinrazón, habla con mas verdad que el cuerdo, ya que el loco es ajeno a las debilidades humanas como la soberbia y a la jactancia, y en la segunda vía la locura es la personificación de estas mismas debilidades que en la dirección anterior superaba, en esta vía la locura se generaliza, los locos son todos, en algún grado.
Aquí ya no es la representación de las miserias humanas, la que le recuerda y desenmascara estas miserias desde su ignorancia, sino que se transforma en la tentación, que atrae al hombre con sus misterios y su oscuridad, la que mueve al hombre a ir en contra de la naturaleza.
Fascina al hombre ejerciendo su poder a través de esta fascinación, liberando a la bestia que habita en el interior del hombre, haciéndolo retroceder a un estado de bestialidad e ignorancia propia de los cavernícolas, se abandona el hombre a un estado de animalidad que le es propio a los pecadores, quienes en el día del juicio final serán vistos con su verdadera forma, animales amorfos y grotescos.
Así se demuestra que el pecado de la locura puede ocultarse bajo una apariencia de normalidad, pero que en día del juicio se vera la verdadera naturaleza de cada uno, los pecados ya no podrán ocultarse, en ese día se vera quien es quien.
En cambio, en oposición a esta asociación del loco con todo lo vil que hay en la propia humanidad, por lo cual el hombre se deja seducir, hay también una seducción que lleva a la locura pero esta ya no es la bajeza y la oscuridad, sino el velo que cubre un conocimiento de algo superior y elevado, la escurridiza verdad que busca aquel hombre curioso y ávido de saber, quien en pos de alcanzar el conocimiento, se pierde en el laberinto que lo precede; la locura envuelve en una capa de misterio ya no las maquiavélicas posibilidades y la barbarie que alberga el corazón humano, sino el saber que se vuelve esquivo y abrumador que logran hacer perder la razón a quien osa tratar de capturarlo.
Y lo que mas pesa en todo esto es que el loco logra alcanzar este conocimiento, pero ahora, sin su razón, no logra hacer nada con el, alcanza la meta en una total ignorancia de tal.
Por esta razón, es que en las representaciones de Bade y Bosco, aparece como mástil de las naves de los locos, el árbol del conocimiento; el árbol que coronara el paraíso de Adán y Eva, y que representara el conocimiento puro de dios, y que solo sirve para ser usado como mástil de esta nave de alienados, ya que lo poseen y nada pueden hacer con el, presentando este mástil en esta singular embarcación como símbolo de la ignorancia en la que están sumidos sus navegantes.
Pero ambos hombres, los que se hunden en la bestialidad como los que se alienan ante el mismo conocimiento que perseguían, se encuentran cara a cara con una verdad, con un saber inmediato vedado al resto de los hombres, el loco como poseedor de la verdad es el trasfondo de ambas teorías.
En una reinan y en la otra caen, pero siempre esta el conocimiento directo, el des-cubrimiento y el re-conocimiento de todo lo malo que hay en los hombres.
Se des-cubren, se des-ocultan, salen a la luz las debilidades humanas, en una a través de la rendición ante ellas y en la otra por la abstracción de las mismas.
Por esta ultima razón la locura es mas proclive a desatarse en los sabio y filósofos que se mueven “en los extraños caminos del saber”.
Erasmo, por ejemplo, le da al saber una estrecha relación con respecto a la locura, pero ya no por el resultado de una búsqueda demente por la conquista del saber, sino como castigo por la pasión grosera de una ciencia inútil.
Lo que marca una diferencia sustancial en la mitificación de la locura, a diferencia de Bosco en que la locura es una exterioridad, es un poso en la que puede caer el hombre, es algo que se le pone en el camino, algo con lo que el hombre se encuentra, Erasmo ubica a la locura en el mismo hombre, la locura es algo que ya no es ajeno al hombre, sino que es el mismo hombre quien la engendra, por lo que en Erasmo el hombre es el responsable de su locura por entregarse a las irregularidades de su propia conducta, la locura es una característica de todos los hombres.
Y esta locura no es mas que la primacía de uno mismo, ya no tiene tanto que ver con la verdad y con el mundo, sino con la verdad de si mismo, con la ceguera que provoca el ensimismamiento. Erasmo lo describe desde fuera, como si fuera un espectador ajeno que observa la locura de los hombres, como quienes observan el comportamiento de algunos animales, estudiándolos y anotando en su bitácora las diferentes conductas.
En estas dos formas de experiencia de la locura hay una marcada diferencia, en una hay un elemento trágico y en el otro hay un elemento critico.
En una es ineludibilidad y en la otra es didactibilidad.
La tragicidad de Bosco pone a la locura como el destino inevitable del mundo, como amenaza siempre presente se derramara sobre los hombres, que permanecen ajenos a esta.
La locura como fatalidad inalterable, como fin inamovible al que el mundo tiende en su transito ignorante por la vida.
Pero en Erasmo la locura se objetivaza, se convierte en algo capaz de ser entendido y estudiado como cualidad humana, pierde su halo de misterio ultraterreno para pasar a ser inmanente al hombre, seminal.
En esta perdida de misticidad es donde Erasmo la convierte en objeto de risa, ya no se trata de fuerzas desconocidas a las cuales se trata de no ofender para evitar que derramen su furia sobre el hombre, sino que se humaniza y minimiza, se reduce a algo propio del hombre, pierde ese poder emanado del misterio para pasar a ser algo capaz de ser conocido y por lo tanto ironizado.
Esta ultima estructura será la que ganara peso a partir del siglo XVI; la conciencia critica de la locura opacara la tragicidad, pero esta experiencia trágica no desaparece totalmente, sino que se oculta en el pensamiento y en los sueños del hombre, dejando entrever, de vez en cuando, algunas de sus líneas, como trasfondo ultimo de verdad.

1 Comments:

Blogger Pequeño Nietzsche said...

"En mi locura he hallado libertad y seguridad: la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden nos esclavizan".
Khalil Gibrán - El loco

10:08 a.m.  

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