martes, diciembre 19, 2006

Atardeceres lejanos
me niegan tu identidad.
La indecente forma de tu cuerpo
me atrapa en una crisálida
de fuego.
Ardor de la mirada exiliada,
dolor de ser cuerpo
y no alma.
Se descuelga la tarde
en tu espalda profunda.
Un remolino de lava,
un suspiro que no esperaba.
Me mata ser todo cuerpo
y dejar el alma olvidada.