sábado, febrero 24, 2007

Solo tu cuerpo me infunde
este deseo compulsivo
que se adueña de mi mente
y mi voluntad,
que me sumerge en una locura
de la que ni los dioses escapan
y a la que yo,
simple mortal,
no puedo resistir.
Considerame tu sagrada cierva,
tu hetaira,
tu prostituta.
Tan contradictoria como Filomedea,
tan compleja como Eros
y subyugada por el daimon del deseo,
que nunca antes
me envolvió como ahora,
quien soy yo
para resistirme a eso.
" Ojalá me muera cuando ya no me interesen más
ni el amor secreto
ni los dulces dones
ni el lecho"